lunes, 6 de mayo de 2013

EL HUMANISMO CRISTIANO Y SU VIGENCIA FRENTE A LA MORAL ACTUAL


TEMA Nº 1

 EL HUMANISMO CRISTIANO Y SU VIGENCIA FRENTE A LA MORAL ACTUAL

VISIÓN DEL HOMBRE:
Existen muchas doctrinas que pretenden explicar la Naturaleza del hombre bajo los diferentes matices de cada una de ellas según su sustento doctrinal.
Cabe decir que el hombre es un todo integro y que no se puede hablar de él en una de sus facetas, como suelen hacerlo muchas doctrinas ideológicas: el naturalismo, el sociologismo, el materialismo, el idealismo, el cientismo, etc. Que lo parcializan despojándolo de todo su ser íntegro.

LA PERSONA INTEGRA, DESINTEGRADA:
El mundo actual convoca un conjunto de aspectos que ofrecen al hombre el anhelo de  felicidad,  pero  que  es  temporal  y  pasajero  que  lo  desvían  de  su  verdadera felicidad y fin que es el Dios de la vida.
ü   El  avance  tecnológico  ha  permitido  dar  solución  a  ciertas  dificultades  a  la vida   del   hombre,   en   algunos   casos   al   alcance   de   la   mayoría,   otras demasiado   sofisticadas   que   lo   hacen   inalcanzable   para   esa   mayoría ofreciéndoselo  ambos,  de  tal  forma  que  hacen  creer,  que  sin  aquello  no podrán  ser  feliz,  convirtiéndolos  en  verdaderos  consumistas,  con  el  puro deseo de tenerlo aunque no se le dé el uso adecuado y propio.
ü Podríamos   también   afirmar   que   ha   surgido   un   nuevo   renacimiento   y “humanismo”,  es  decir  ha  renacido  un  antropocentrismo,  el  hombre  está despojando  a  Cristo  del  centro  de  su  vida,  colocándose  él  mismo  en  el centro  de  su  universo,  la  constante  propuesta  del  cuidado  de  su  cuerpo, con  el  ofrecimiento  de  productos  naturales  que  está  bien,  lo  ha  llevado  a olvidarse de su persona, y lo ha centrado solamente en la estética corporal, el  hombre  y  mujer  light,  como si el hombre fuera solo parte corporal, separándolo de su integridad espiritual.
ü   Por otro lado la mentalidad de llevar una vida “facilona” en la que se aplica con  un  dominio  inescrupuloso  la  “ley  del  menor  esfuerzo”  que  conlleva  a olvidar  el  fin que Dios  ha otorgado  al  hombre  de  realización  y perfección, con el uso de su inteligencia, en el dominio de la naturaleza.
ü   También   “surge   hoy,   con   gran   fuerza,   una   sobrevaloración   de   la subjetividad  individual.  Independientemente  de  su  forma,  la  libertad  y  la dignidad  de  la  persona  son  reconocidas.  El  individualismo  debilita  los vínculos  comunitarios  y  propone  una  radical  transformación  del  tiempo  y del espacio, dando un papel primordial a la imaginación... Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y muchas veces, arbitrarios  derechos  individuales,  a  los  problemas  de  la  sexualidad,  la familia, las enfermedades y la muerte”. (Aparecida 44).
“El  consumismo  hedonista  e  individualista,  que  pone  la  vida  humana  en función de un placer inmediato y sin límites, oscurece el sentido de la vida y la degrada”. (Aparecida 357).
     “La afirmación de los derechos individuales y subjetivos, sin un esfuerzo semejante para garantizar los derechos sociales, culturales y solidarios, resulta un perjuicio de la  dignidad  de  todos,  especialmente  de  quienes  son  más  pobres  y  vulnerables” (Aparecida 47) el  hombre  fuera  solo  parte  corporal, separándolo de su integridad espiritual.
 “...Debilitan  y  menoscaban  la  vida  familiar,  encontramos  la  ideología  del género,  según  la  cual  cada  uno  puede  escoger  su  orientación  sexual,  sin tomar  en  cuenta  las  diferencias  dadas  por  la  naturaleza  humana.  Esto  ha provocado  modificaciones  legales  que  hieren  gravemente  la  dignidad  del matrimonio,  el  respeto  al  derecho  a  la  vida  y  la  identidad  de  la  familia” (Aparecida 40), y en definitiva al de la misma persona que desde la creación Dios le ha establecido su misión.
  • PERSONALISMO E INDIVIDUALISMO:
La persona no puede aislarse jamás de la sociedad porque eso le conllevaría a su ruina, ya  que los valores  que  la  definen,  pensamiento y  amor, no pueden  nutrirse sino de la comunión con las demás personas.
Si la persona tiene que luchar para conquistarse y afirmase, no se tratará de una lucha  física  en  el  seno  de la  especie,  sino  de  un  combate  espiritual  por  el  que  el hombre   y   la   mujer,   lejos   de   encerrarse   en   sí   mismos,   en   una   especie   de individualismo egoísta, busquen engrandecerse por el amor y el compartir con los demás.
  • LA PERSONA Y EL ESPÍRITU:
El  destino  de  la  persona  está  unido  inevitablemente  al  espiritualismo.  No  hay  ni puede haber persona humana en el materialismo. Por lo tanto, no hay manera de salvar a la persona humana de la desdicha eterna, sino profesando que el alma es creada  por  Dios  y  que  tiene  un  destino  inmortal  que  trasciende  a  todos  los  fines temporales de la sociedad.
Este destino inmortal es un valor que sobrepasa al universo, tal como lo propone el humanismo cristiano, cuya suerte es la misma que la de la civilización.

EL HUMANISMO EN EL MUNDO ACTUAL:
El  cambio  de  mentalidad  y  de  estructuras  somete  con  frecuencia  a  discusión  las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre los jóvenes, cuya impaciencia, e incluso a veces angustia, les lleva a revelarse. Consiente   de su propia función en la vida social, desean participar rápidamente en ella.
La  negación  de  Dios  se  presenta  en  está  época  como  exigencia  de  progreso científico  y  de  un  cierto  humanismo nuevo,  lleva  el  afán  de  autonomía  humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios.
El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre, puede favorecer esta doctrina.
Pero, frente a todo esto se ve que cada día es mayor el número de los hombres y mujeres  que  se  sienten  responsables  en  edificar  un  mundo  mejor  en  la  verdad  y justicia. Un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia.
La lglesia afirma que la familia es la escuela del más rico humanismo donde existe la benévola comunicación y unión de propósito entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos.
Entre  las  formas  de  ateísmo  moderno  de  este  tiempo  está  la  liberación  del hombre principalmente en su liberación económica y social.

HUMANISMO CRISTIANO:
El  Humanismo  Cristiano  es  el  ennoblecimiento  del  hombre,  la  realización  del  tipo humano   ideal,   el   esfuerzo   por   hacer   del   hombre   más   plenamente   humano manifestando su grandeza nativa y desarrollando las virtudes contenidas en su ser. La  realización  del  hombre  implica  ir  más  allá  del  hombre  y  es,  por  tanto,  una realidad  de  orden  moral  y  teologal  que  culmina  en  la  adoración  y  obediencia  a Dios, en las que y por las que el hombre encuentra su propio ser.
El  humanismo  cristiano  es  la  respuesta  del  hombre  a  ser  hombre  en  plenitud porque la vocación de él y de la humanidad es manifestar la imagen de Dios y ser transformada a imagen del hijo único del Padre.
Podría  decirse  que  el  “único  humanismo  en  sentido  pleno  y  radical  es  el cristianismo  como  mensaje  de  salvación  y  economía  de  la  gracia.  Y  que  el verdadero hombre es aquel que realiza en su vida la verdad de Dios para con él, es decir el santo que se enfrenta en la vida y con la historia reconociéndolas como el momento de la decisión de cara a la eternidad y que sabe, por tanto asumir  la  propia  situación  con  todos  los  valores  que  presuponga  e  implique (rectitud humana, afán de justicia, alegría de vivir, justo por la amistad, amor a la  belleza),  según  el  espíritu  de  Cristo  no  buscándose  a  sí  mismo  sino  con actitud de amor, de desprendimiento, de entrega”.

LA IGLESIA EXPERTA EN HUMANIDAD:
La  lglesia  tiene  plena  competencia  para  enseñar  los  derechos  humanos,  ya  que con el auxilio de la Revelación y mediante la asistencia del Espíritu Santo, conoce la  realidad  profunda  del  ser  del  hombre  y  de  su  misión  en  la  vida.  Así  mismo  el Vicario de Cristo en la tierra es experto en humanidad.

ACCIONES HUMANAS Y CRISTIANAS:
Como consecuencia toda  acción humana  debe  coincidir  con  las  cristianas  ya  que se  rigen  por  la  ley  natural  y  moral  que  afecta  a  todos  por  igual  por  ser  imagen  y semejanza  de  Dios,  y  por  que  el  Reino  predicado  por  Cristo  se  encuentra  dentro del  orden  establecido  por  Dios  desde  la  creación,  así  lo  enseña  la  Iglesia,  quien guía y orienta al Estado y rige por la ley positiva a los hombres.

LAS BASES DEL HUMANISMO CRISTIANO:
Así,  durante  los  dos  últimos  siglos,  entre  los  humanismos  cerrados  a  Dios,  se  ha ido  abriendo  paso  un  humanismo  que  parte  de  criterios  evangélicos  y  hunde  sus raíces  en  el  interés  por  todo  lo  humano  a  partir  de  una  concepción  cristiana  del hombre  y  de  la  vida.  Su  principal  expresión  es  el  llamado  humanismo  cristiano, concepto bastante moderno.
Desde finales del siglo XIX y a Io largo del XX, muchos pensadores cristianos han tenido  en  cuenta  la  realidad  de  una  sociedad  cambiante,  que  se  iba  alejando progresivamente de Dios, y han sentido la necesidad de profundizar en la visión del hombre y de la sociedad desde una perspectiva cristiana.
La  filosofía  centrada  en  la  dignidad  de  la  persona  humana  surge  como  una reacción contra dos corrientes opuestas, el totalitarismo y el individualismo. Es ahí donde se debe encuadrar la interpretación moderna del humanismo cristiano, que no se trata de un modelo filosófico cerrado.
Se suele considerar que el actual humanismo cristiano está ligado al resurgir de la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente a partir de la Rerum novarum de León XIII (1891).
Con  esta   encíclica   la  Iglesia  trató  de  presentar  ante  el  mundo  una  doctrina defensora  del  hombre,  que  pudiera  superar  las  profundas  deficiencias  éticas  del liberalismo  individualista  y  de  los  totalitarismos.  La  Iglesia  se  presentó  al  mundo moderno como portadora de una visión de la sociedad y de una ética capaz de dar respuesta a las necesidades más profundas del ser humano actual.

 UN MUNDO MÁS HUMANO:
Juan Pablo II dedicó a Cristo y al hombre la primera encíclica de su pontificado. He aquí  un  párrafo  de  este  importante  documento  en  el  que  nos  presenta  algunas claves  para  comprender  el  papel  del  humanismo  cristiano  en  nuestra  época:  “El progreso de la técnica y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo (...) exigen un  desarrollo  proporcional  de  la  moral  y  de  la  ética.  Sin  embargo,  esto  último parece,  por  desgracia,  haberse  quedado  atrás.  Por  esto,  este  progreso  (...)  no puede menos que engendrar múltiples inquietudes.
“La  primera  inquietud  se  refiere   a  la  cuestión  esencial  y  fundamental:   ¿este progreso, cuyo autor es el ser humano, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos   sus   aspectos,   “más   humana”?   (...)   Esta   pregunta   vuelve   a   plantearse obstinadamente en lo que se refiere a lo verdaderamente esencial: si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados (...). Esta   es   la   pregunta   que   deben   hacerse   los   cristianos,   precisamente   porque Jesucristo   los   ha   sensibilizado   así   universalmente   en   torno   al   problema   del hombre” (RH, n° 15).
El  humanismo  cristiano  trata  de  hacer  posible  la  construcción  de  “un  mundo  más humano”,  digno  de  los  hijos  de  Dios,  que  se  podría  caracterizar  por  estas  cuatro notas:
ü Pone, como centro de la vida política, social y económica, la dignidad de la persona   humana   y   sus   derechos   fundamentales,   comenzando   por   el derecho a la vida.
ü  Está basado en la solidaridad, pues todos los seres humanos hemos sido creados  y  convocados  por  Dios  para  vivir como  hermanos,  en  un  mundo que no favorezca solo el bienestar de unos pocos, sino de todos, mediante el esfuerzo y la colaboración mutua.
ü   Promueve la justicia social - mediante un reparto equitativo de las cargas y los  beneficios  -  y  la  paz  entre  las  naciones,  afrontando  las  diferencias  a través del diálogo y nunca por medio de la guerra.
ü  Está abierto a Dios y a su proyecto salvador para la humanidad, ya que el reconocimiento de Dios no se opone, en ninguna manera, a la dignidad del hombre, sino que, por el contrario, la fundamenta y la favorece.
  •  HUMANISTAS CRISTIANOS:
El  estudio  completo  de  todas  las  filosofías  que  han  influido  en  el  desarrollo  del humanismo   cristiano   actual   es   una   ardua   labor,   tanto   por   la   abundancia   de pensadores, como por la variedad de corrientes de pensamiento que lo conforman: unos glosan una concepción integral del hombre; otros, inciden en aspectos de la persona   como   individuo;   un   tercer   grupo   ilustra   el   mundo   de   las   relaciones humanas (son los llamados filósofos del diálogo); otros desarrollan un humanismo cristiano  desde  los  principios  de  la  “fenomenología)...  Estas  son  solo  algunas  de sus expresiones.

  • Jaeques Maritain:
Filósofo  neotomista  francés  (1882  -  1973)  que  se  convirtió  al  catolicismo  cuando tenía  24  años.  Después  de  su  conversión  estudió  a  Santo  Tomás  de  Aquino,  de quien  siempre  se  consideró  discípulo.  En  su  libro  Humanismo  integral  (1936)  se propone  sentar  las  bases  de  un  humanismo  verdadero  para  construir  una  nueva sociedad de inspiración cristiana.
Parte de una crítica de la antropología que está detrás del marxismo totalitarista y del individualisrno liberal, y afirma que los dos se equivocan, porque no reconocen la  peculiaridad  de  la  persona:  son  materialistas  y  solo  conciben  individuos  y conflictos materiales entre individuos, por lo que construyen un mundo inhumano. Maritain  dice  que  el  hombre,  más  que  individuo,  es  persona:  un  ser  abierto  a  las relaciones con los demás hombres y con Dios, un ser capaz de amar, un ser capaz de poseerse y de darse.
Utilizó esta distinción para exponer su doctrina sobre la sociedad; insiste en que el fin propio de la sociedad es el desarrollo de todos los ciudadanos corno personas. Es necesario, recuerda, crear las condiciones debidas para que surja una sociedad de  personas,  con  lazos  de  relaciones  personales.  Afirma  que  la  sociedad  no  es solo la suma o agregación de individuos, sino una comunión de personas en la que se ha de respetar la dignidad de todo ser humano.
Mantiene   que   solo   el   cristianismo   tiene   la   fuerza   verdadera   para   crear   una auténtica   y   plena   comunión   de   personas,   se   declara   enemigo   de   todos   los estatalismos y defiende que la democracia es el régimen que más se acomoda a la condición libre de las personas.
  • Gabriel Marcel:
Gabriel  Marcel  (1889  -  1973)  filósofo  existencialista,  convertido  al  catolicismo cuando  tenía  40  años,  es  el  primero  en  plantear  una  tesis  personalista  en  el humanismo cristiano.
En  un  diario  filosófico,  que  tituló  Ser  y  tener  (1935),  se  fija  en  un  fenómeno  muy sencillo:  cuando  cada  uno  se  refiere  a  su  cuerpo,  no  dice  directamente  “yo”,  sino
“mi cuerpo”.
El  cuerpo  es  algo  “mío”,  profundamente  “mío”,  pero  no  es  “yo”.  Yo  “tengo”  un cuerpo, pero no “soy” mi cuerpo; yo “tengo” una mano, pero no “soy” mi mano. Yo tengo también cosas  y propiedades que son  “mías”,  pero no son “yo”,  no son “mi ser”.
Detrás   de   esas   expresiones,   se   adivina   una   realidad   profunda:   unas   cosas pertenecen  al  “ser”  del  hombre  -  soy  “yo”  -  y  otras,  en  cambio,  al  “tener”  –  son
“mías” -. El hombre es un ser que puede crecer en la dirección del ser o en la del tener: puede crecer teniendo más cosas o siendo más.
Cada hombre crece en el “ser” - es más hombre - cuando aumenta sus relaciones humanas,  cuando  se  comunica,  cuando  se  entrega,  cuando  ama,  cuando  hay plena coherencia en su vida. En su relación con los demás hombres y con Dios, el hombre se sitúa en el mundo como persona.
El hombre es un ser en un mundo de relaciones espirituales, la más importante de las  cuales  es  el  amor.  Pero  puede  desnaturalizarlas:  puede  relacionarse  con  las personas como si fueran cosas; puede intentar poseerlas, utilizarlas, aumentar con ellas su “tener” - su poder, su dominio, su riqueza.
Cuanto  más  nos  entregamos  y  amamos,  cuanto  más  intensa  es  nuestra  relación con otros seres humanos y con Dios, nuestra personalidad se hace más auténtica y profunda.  Aunque  nunca  llega  a  ser  perfecta  en  este  mundo  “roto”,  donde  tantas limitaciones materiales y morales hacen difícil, y a veces dramática, esta empresa del amor.
Según  Marcel,  tanto  el  pensamiento  del  capitalismo  liberal,  como  el  colectivismo marxista  olvidan  esto;  por  eso,  solo  pueden  producir  una  cultura  del  “tener”,  que empobrece   al   hombre   y   produce   seres   humanos   deformes,   que   no   se   han desarrollado espiritualmente.
  •  Emmanuel Mounier:
Filósofo  francés  (1905  -  1950),  amigo  de  Jacques  –  Maritain.  En  1932  fundó  la revista  Esprit,  que  tenía  por  objeto  “rehacer  los  fundamentos  espirituales  de  la Europa contemporánea'”.
Acuñó  la  expresión  “personalismo  cristiano”  para  referirse  a  los  ideales  de  su movimiento: “Llamamos personalista a toda doctrina, a toda civilización que afirma el  primado  de  la  persona  humana  sobre  las  necesidades  materiales  y  sobre  los mecanismos colectivos que sostienen su desarrollo”.
Mounier  fue  también  muy  crítico  con  los  totalitarismos  fascistas  y  marxistas;  pero su  crítica  más  aguda  y  original  se  dirige  al  individualismo  liberal:  “Existe  en  la individualidad  una  exigencia  de  mordiente,  un  instinto  de  propiedad  que,  en  el dominio de sí mismo, es lo que la avaricia para la verdadera posesión”.
Mantiene   que   la   persona   se   mide   por   sus   actos,   que   él   reduce   a   cinco fundamentales:
v  Salir fuera de sí.
v  Comprender.
v  Tomar sobre sí
v  Dar.
v  Ser fiel.
Así, dice: “La persona se gana perdiéndose; se posee, dándose”, expresiones con evidentes resonancias evangélicas.
Critica  la  masificación  y  despersonalización  de  las  sociedades  modernas.  Piensa que son sociedades impersonales, fundadas en equilibrios jurídicos para regular el provecho de los particulares, sin intercambio personal y sin intimidad.
Merece la pena notar un detalle. En los países del Este de Europa, concretamente en  Polonia,  los  principios  teóricos  del  personalismo  de  Mounier  sirvieron  para criticar la deshumanización de la sociedad marxista y para abrir horizontes sobre lo que   debería   ser   una   sociedad   cristiana.   Bastantes   expresiones   de   Mounier, popularizadas   en   el   pensamiento   católico   francés,   encontrarán   eco   en   la constitución apostólica Gaudium el spes del Concilio Vaticano II.
  •  Julián Marías:
Filósofo español (Valladolid, 1914 - 2005), discípulo de José Ortega y Gasset. Su punto de partida es la “vida personal” de cada sujeto, a partir de la que elabora su teoría filosófica. Su texto más emblemático es Antropología filosófica, en el que la persona  aparece  como  un  ser  narrativo,  “futurizo”  (proyectado  hacia  el  futuro), corporal, sexuado, diverso como hombre y como mujer, pero con la impresionante capacidad de enamorarse y con la pretensión y el afán de la inmortalidad.
Fin su concepción, cada uno es responsable de su propia historia personal y,  por tanto,  social:  “Los  recursos  de  todo  orden  con  que  el  conjunto  de  la  humanidad empieza  su  vida  son  hoy  inmensamente  superiores  que  antes.  Si  no  estamos  en una  época  creadora,  no  tenemos  disculpa.  Somos  responsables  de  nosotros mismos, de lo que hacemos con nuestras vidas”.
  • Edith Stein:
Filósofa alemana (1891 - 1912) discípula de Husserl y convertida al catolicismo en 1922; murió mártir en Auschwitz, por su doble condición de judía y monja carmelita. Fue canonizada en 1998.
Edith Stein une el método fenomenológico con la sabiduría de la mística de Santa Teresa  de  Jesús  y  de  San  Juan  de  la  Cruz.  Su  principal  obra,  “Ser  finito  y  ser eterno”, se ocupa del ser humano, que se entiende como Imagen del ser divino.
El punto de partida es el propio “ser interior” del hombre, que parece “fluir” entre el ser y el no ser. Esto significa que el yo sé “autoexperimenta” en el tiempo presente, entre  lo  que  se  ha  ido  y  lo  que  viene.  Y  ahí  el  hombre  topa  en  sí  mismo  con  la separación entre el ser temporal y el ser eterno.
Como  consecuencia  queda  establecido  que  el  ser  humano,  observado  hasta  su fundamento,  no  está  hecho  por   sí  mismo,  ni  tampoco  es  autosuficiente:  “La peculiaridad del ser humano es lo enigmático de su “de dónde” y su “hacia dónde”. El ser humano está imposibilitado para dar sentido a su pasado y a su futuro (y, por ello,  también  a  su  presente),  y  siente  la  acuciante  necesidad  de  encontrar  este sentido.  Es  en  la  confianza,  en  el  abandono  en  Dios  donde  el  ser  humano encuentra una íntima seguridad, un flujo vital  que asciende de una Actividad y de una Fuerza que no le pertenecen, pero llegan a hacerse activas en él.
  • Karol Wojtyla:
Al  hablar  del  humanismo  cristiano  es  necesario  aludir  a  Juan  pablo  II.  El  temple intelectual  de  Karol  Wojtyla,  ha  marcado  por  su  condición  profesional  de  filósofo, profesor  de  Ética  en  la  Universidad  de  Lublin  (Polonia)  antes  de  acceder  al episcopado.
Dotado  de  una  personalidad  atractiva  y  optimista,  el  que  fuera  Juan  Pablo  II  ha sido, ante todo, una persona y un cristiano lleno de esperanza. Para él, Cristo es el
“modelo, la meta y el fin de la historia”; el hombre se realiza viviendo su vocación de entrega a los demás, a imitación del Maestro.
Ve  en  el  materialismo  egoísta  la  raíz  de  la  falta  de  solidaridad  que  aqueja  a  la civilización   globalizada.   La   abundancia   de   bienes   materiales   y   la   falta   de generosidad para su distribución, es la causa más notoria de la ceguera espiritual que padecen tantas mujeres y tantos hombres de nuestro tiempo.
Karol  Wojtyla  ha  explicado  que,  con  demasiada  frecuencia,  las  concepciones  del hombre  que  transmite   la   sociedad  moderna  se  han  convertido  en  auténticos sistemas de pensamiento que alejan de la verdad al excluir a Dios, creyendo que con  ello  están  afirmando  la  primacía  del  hombre,  en  nombre  de  una  pretendida libertad y de su pleno y libre desarrollo. Ha enseñado que esta mutilación profunda se convierte hoy en una auténtica amenaza para los seres humanos, pues lleva a concebir al hombre sin relación alguna con la trascendencia.
Por eso, una de las tareas esenciares de la Iglesia, en su diálogo con las culturas, consiste  en  guiar  a  nuestros  contemporáneos  en  el  descubrimiento  de  una  sana antropología, que los leve a conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.

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